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No es que te falte motivación… Te falta propósito.

A veces llegamos a un momento de la vida en el que sólo hacemos las cosas por cumplir, por hacerlas, sin sentirlas, sin un plan, sin siquiera disfrutarlas.

En cierta medida, perdemos la motivación y olvidamos los que nos impulsó a tomar el camino en el que estamos.

Nos sentimos estresados, abrumados, con falta de tiempo, falta de claridad y auto saboteamos nuestro disfrute y bienestar.

Posiblemente, no estemos en el lugar que queramos estar, u ocupando la posición que desearíamos, pero haciendo las cosas de manera automática no nos llevará al cambio, sino por el contrario, el tiempo puede prolongarse más de la cuenta.

En cambio, si te conectas con qué es lo que quieres, qué te mueve en la vida, cuál es esa misión y propósito y luego, te enfocas, tus acciones estarán alineadas para lograrlo.  Despertará en ti, lo que estaba apagado…la pasión y el entusiasmo por lo que te gusta, por lo que podrías estar horas haciéndolo sin detenerte e incluso sin que te pagaran, sino que por el sólo placer de hacerlo.

Pregúntate

  1. Qué quiero de mi vida
  2. Qué debo dejar de hacer para vivir como yo quiero
  3. Con cuánto podría vivir $$ para mantener un estilo de vida minimalista (tener menos para ser más)
  4. Cuánto conozco de mí y qué acepto de mí incondicionalmente
  5. Cuanta paz mental me acompaña y cómo la cuido

En el mundo actual, la presión social y el individualismo hacen que estemos en conflicto con nosotros mismos, nos causa enfado o decepción nuestro cuerpo, los ingresos, el reconocimiento que no acabamos de obtener. Y nuestra propia insatisfacción nos lleva a tener relaciones frágiles y basadas en la desconfianza en distintas áreas de nuestra vida.

Entonces tener un propósito, comienza por ubicarnos en un punto de encuentro, contactar con lo que nos importa de verdad y prescindir de todos los accesorios que nos hemos impuesto y que carecen de sentido.

Te propongo el siguiente ejercicio:

Siéntate cómodo, cierra los ojos, toma aire profundo y suéltalo. Imagínate en el futuro haciendo lo que quieres lograr, mírate con quienes estás, en qué lugar y lo feliz que te sientes… Ahora abre los ojos ¿Cambió algo? ¿Cómo te sientes?

Ese es parte de tu propósito, no se trata de ir con ansiedad tras lo que quieres, se trata de saber qué quieres, actuar en coherencia para que suceda y luego, confiar y soltar la expectativa.  Quizás te lleves una sorpresa y lo que desees no signifique un cambio drástico, como de pareja, de trabajo, de lugar dónde vivir, sino que se trate de resignificar las experiencias vividas.  Sacar los aprendizajes de esas experiencias y que te lleven, a una mejor relación de pareja, un mejor desempeño y reconocimiento en tu trabajo.

Y recuerda, llegar al objetivo no significa sacrificar el proceso; implica disfrutar cada logro parcial y vivir los errores como oportunidades de aprendizaje.   Así, los objetivos se transforman en herramientas efectivas para nuestro propósito y no en un fin en sí mismos.

Si quieres, saber más de cómo aplicar este tema en tu vida o cómo desarrollarte como profesional sin sacrificar tu vida, escríbeme a mi WhatsApp.

Te dejo un gran abrazo,

Paola Mora M
Psicóloga & Coach