Sí, así es. Somos una máquina de generar pensamientos. Y la mayor parte del tiempo, ocurren sin darnos cuenta… se repiten una y otra vez sin mayor variación. Son un bucle de repetición diaria.
Rumiamos pensamientos que en el mejor de los casos nos abren posibilidades. Pero la realidad, es que muchas veces los pensamientos que nos rondan en la cabeza, vienen anclados en creencias que nos limitan posibilidades de lograr mejores resultados en nuestra vida y en nuestro bienestar.
Está comprobado científicamente, que los pensamientos son energía. A nivel neurológico, dependiendo del tipo de pensamiento en el que andemos, son los neurotransmisores o sustancias químicas que activaremos, y las emociones que movilizaremos.
Y las emociones son predisposiciones a la acción. Es decir, si pienso de manera reiterada, en que no seré capaz de sacar adelante un proyecto como se espera que lo haga, muy probablemente así será. Porque habré conectado con el miedo, la inseguridad y la ansiedad que me llevarán, por ejemplo, a actuar de manera controladora y desconfiada con mis colegas. Quizás, sí logre entregar el proyecto a tiempo. Pero el costo emocional y relacional no será menor, dejando una huella que, en el futuro, podría sumarse a otras, llegando a afectar tu salud emocional y física.
¿Te das cuenta lo importante que es tomar atención a nuestros pensamientos? Y ¿Modificarlos si es necesario?
Quizás estés pensando, pero cómo lo hago para estar atent@ a mis pensamientos. Y cómo los manejo si ando gran parte del día trabajando y cumpliendo compromisos o como decimos, andamos arriba de la pelota.
Empezando por darte un poco de tiempo. Sí, tiempo. Tiempo para conocer tus pensamientos e identificarlos.
Tipos de pensamientos:
Nuestros pensamientos pueden ser positivos, útiles, inútiles, negativos o elevados.
Los útiles, son los pensamientos que no tienen mucha repercusión pero que son necesarios en nuestro día a día. Ejemplo, pensar en qué ropa me pongo hoy.
Los inútiles, son los pensamientos que nos vienen a la cabeza y que nos sacan del momento en que estamos creando, innovando, conectando con nosotros. Es decir, nos saca de una actividad de mayor impacto personal. Por ejemplo, estoy meditando y me aparece el “tengo que pagar el gas”, en ese momento, este pensamiento no es útil.
Los pensamientos negativos, son los que nos consumen energía, los que nos sacan de nuestro centro y nos conectan con emociones como el miedo. Ejemplo, adelantarnos a pensar en que algo malo que podría suceder y puede que no ocurra. Es el típico pre-ocuparse.
Los pensamientos positivos son esos que te hacen sentir bien y te llevan a lograr buenos resultados. Ejemplo, hoy pude tener esa conversación pendiente que tanto postergué por no saber cómo tenerla.
Los pensamientos elevados, son los que vivimos cuando hemos logrado andar en varios y muchos pensamientos positivos. Entramos en una frecuencia, en que creamos una secuencia de pensamientos que nos empoderan y protegen de los ambientes en que ronda la negatividad. Ejemplo, entrar en la frecuencia de la gratitud… durante el día pongo foco en tomar atención a todo lo que se me ha dado y que significa un beneficio para mí y por lo cual, puedo agradecer.
Recomendaciones para tomar atención a tus pensamientos:
- Fíjate una meta: Sí, es importante que te pongas una intención de qué quieres lograr. Ejemplo, tener una actitud positiva frente a lo que me ocurre en el día o juzgar menos lo que me pasa. Una meta que te ayude a ir evaluando cómo avanzas y te conecte con la sensación de logro y autoeficacia.
- Obsérvate permanentemente: Durante el día, haz pausas. Para durante 2 minutos cada 1 hora (por una semana para empezar) y observa que te está pasando y estás sintiendo. A veces estamos tan concentrados, que olvidamos de nuestro cuerpo y necesidades como ir al baño, tomar un vaso de agua e incluso que estamos incómodos. Y actúa en congruencia.
- Registra por escrito: Anota el tipo de pensamientos que vas observando en las pausas ¿Son negativos, positivos? Hazlo durante una semana.
- Revisa tu registro: Al terminar el día y luego, la semana, revisa con qué frecuencia aparecen los pensamientos positivos y pensamientos negativos. ¿Son más los negativos o los positivos? ¿Cómo te hace sentir este resultado?
- Interviene: Por las noches, si tienes pensamientos negativos rondándote, anótalos en un papel. Y mientras escribes, piensa en que esa preocupación no eres tú… y la dejas en el papel. Al día siguiente, puedes retomarla y ver cómo hacerte cargo de ese pendiente. Otra forma de intervenir, es por las mañanas cuando despiertes, piensa en algo positivo, el primer pensamiento del día marca la emocionalidad del día y te predispone. Por ejemplo, piensa en lo agradable de haber dormido bien y despertar descansad@.
- Escucha el silencio, medita: Comienza tomando atención a tu respiración por unos 10 minutos diarios de preferencia en las mañanas al despertar. Seguro te aparecen pensamientos mientras lo haces, entonces déjalos pasar y vuelve a tomar atención a tu respiración. Al pasar los días, irás dándote cuenta qué vas aquietando la mente. También, puedes meditar, haciendo alguna actividad que te gusta mucho y zambullirte en ella; ejemplo si te gusta la música, conecta y déjate llevar sintiendo la música (así los pensamientos se aquietan y aparecen más pensamientos positivos).
Espero te haya hecho sentido este artículo. Y si así fue, entonces te pongas manos a la obra y te hagas cargo de los pensamientos que frecuentas. Con estas recomendaciones y una práctica recurrente, puedes ir tomando consciencia de tus pensamientos y hacer movidas que te sorprenderán.
Y como siempre, si sientes que necesitas ayuda para avanzar en tu crecimiento personal y bienestar, ya sabes, puedes escribir a mi WhatsApp para saber más de cómo puedo ayudarte.
Te dejo un gran abrazo,
Paola Mora